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18 julio 2014
AMIA: 20 años después, sólo dolor y vergüenza
Editorial -
La Nacion
Con la contundencia que otorgan las cifras redondas, puede afirmarse que
hoy, al cumplirse 20 años del salvaje atentado contra la mutual judía AMIA,
el caso se encuentra, en lo que hace a la impunidad y a la falta de verdad y
de justicia, prácticamente como aquella mañana del 18 de julio de 1994,
cuando a las 9.53 se desató el horror en una céntrica zona porteña.
Dos décadas no alcanzaron para poder castigar a los culpables del peor acto
terrorista sufrido por la Argentina, que provocó la muerte de 85 personas y
heridas a centenares.
Como cada aniversario, el de hoy es motivo de dolor y vergüenza, agravados
por el paso del tiempo que ha ido consolidando una impunidad hasta ahora
infranqueable. Dolor y vergüenza por quienes perdieron la vida, por quienes
resultaron heridos y por los familiares de unos y otros. Dolor y vergüenza
porque el Estado argentino es doblemente responsable: primero, porque dos
años después del atentado a la embajada de Israel, ocurrido en 1992, no fue
capaz de prever ni de prevenir este segundo acto terrorista y, no habiéndolo
impedido, tampoco fue capaz de esclarecer plenamente el hecho, lograr la
captura de los responsables, juzgarlos y condenarlos. Una idéntica
incapacidad también mantiene impune -y en el olvido- el atentado a la
embajada.
En vez de justicia para la AMIA, las dos décadas transcurridas han traído
papelones, como la libertad que Gran Bretaña tuvo que otorgar a uno de los
iraníes acusados por el Poder Judicial argentino por considerar los
tribunales ingleses que las pruebas en su contra eran insuficientes. O la
serie de irregularidades en la investigación judicial que salieron a la luz
durante el juicio oral o, para acercarnos más al presente, el injustificable
y vergonzoso Memorándum de Entendimiento firmado por el gobierno argentino
con el de Irán con el declarado pero imposible propósito de avanzar en la
investigación. Ni siquiera Irán le otorgó al acuerdo la menor trascendencia,
y luego, la justicia argentina lo declaró inconstitucional.
Antes, el Tribunal Oral Federal N° 3, luego de un extenso juicio, declaró
nula una parte de la causa y absolvió a todos los imputados, como el
doblador de autos Carlos Telleldín y un grupo de policías bonaerenses. Ese
fallo sostuvo que el Estado había buscado falsos culpables para poder cerrar
el caso.
Sin embargo, Telleldín será nuevamente sometido a juicio, acusado de proveer
la camioneta Trafic que, según la Justicia, se habría empleado como coche
bomba. Así lo dispuso la Corte Suprema de Justicia en 2009, luego de revisar
lo actuado por el citado tribunal oral para convalidar los primeros tramos
de la investigación de la causa y revocar la absolución que había
beneficiado a Telleldín.
Lo cierto es que aún falta investigar en profundidad y sin preconceptos la
llamada conexión local, y así lo reconoció el propio juez de instrucción,
Rodolfo Canicoba Corral, quien afirmó recientemente que aún no está probado
que dirigentes iraníes hayan actuado en el ataque terrorista y cuestionó,
sin mucho fundamento, la actuación de la fiscalía en la investigación de "la
pista local y la pista siria". Rechazó, además, realizar un juicio en
ausencia. Sin embargo, si tanta es su disconformidad, lo que debería hacer
el magistrado, en vez de lanzar críticas por medio del periodismo, es
reasumir la investigación que él delegó en la fiscalía.
Es cierto que contra los ex funcionarios iraníes que fueron imputados no
existen pruebas contundentes, sino, básicamente, indicios, y que muchos de
ellos sólo se encuentran en informes de inteligencia extranjeros que,
obviamente, no citan sus fuentes, por lo cual carecerían de valor en caso de
llevarse a cabo un juicio en contra de los iraníes acusados. Pero esto no
significa que no deba continuar investigándose tanto esta pista como las
otras.
Como puede apreciarse, a la bárbara matanza le han seguido dos décadas de
impunidad que nos alejan de la verdad y la justicia. En este caso, como en
el de la embajada de Israel, parece existir un temor a la verdad. Se han
sucedido los gobiernos y los funcionarios judiciales, pero la deuda sigue en
pie.
Ni las víctimas ni su memoria merecen estos veinte años de dolor y paulatino
olvido. El Estado, también víctima a la par que responsable, debe saldar sus
deudas. La falta de justicia en los dos atentados, al que puede sumarse el
de la fábrica militar de Río Tercero, en 1995, constituye, además de una
manifestación de impotencia, una invitación a futuros actos de terrorismo.
http://independent.typepad.com/elindependent/2014/07/amia-20-a%C3%B1os-despu%C3%A9s-s%C3%B3lo-dolor-y-verg%C3%BCenza.html

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